AÑORANZA

Hoy me pasó algo en el centro. Me di cuenta que muchos alumnos del centro echan de menos a los suyos. Estamos acostumbrados a ver alumnos de muchas nacionalidades. 40 de ellas pululan por los pasillos. Casi un tercio de los alumnos vienen a Canarias arrastrados por sus padres buscando una oportunidad laboral más digna. Vienen a Canarias muchas veces sin contar con ellos. Dejan atrás familiares queridos y amigos. Llegan a un lugar desconocido, una casa nueva, un entorno nuevo, unos profesores nuevos, unos compañeros nuevos. Todo extraño. Los más afortunados ya conocen el idioma. Otros muchos, no pueden comunicarse, no se pueden relacionar, lo que supone un problema añadido a su integración.

No obstante, en ocasiones nos tropezamos con alumnos que realizan un esfuerzo enorme para aprender español. Llegan sin conocer el idioma pero como auténticas hormiguitas, antes de acabar el curso, saben más vocabulario que los de aquí. Meritorio. Siempre me pongo en su lugar y me imagino sólo en su país, rodeado de compañeros que pasan de mi o tienen costumbres muy distintas. ¡Jodido!.

Hoy una alumna, descargó unas cuantas lágrimas porque echa de menos a sus hermanos, a su familia, a los suyos. Un sentimiento difícil de superar con la lejanía, algo más llevadero con las nuevas tecnologías, los chats y los correos electrónicos. Me decía que entendía que su madre tomara la decisión de venir a Tenerife para ganarse dignamente la vida, pero los suyos están lejos. Muy lejos.

Sin embargo, su comportamiento y su interés por los estudios, el exquisito respeto a profesores y compañeros, y su integración, salvando los problemas iniciales del idioma, ha sido ejemplar. Ya sabe español. Aprueba los exámenes con sobresaliente. Es un modelo de superación para los demás alumnos y para mi.

No sé si estará con nosotros el próximo curso, pero le deseo todo lo mejor a ella y a los suyos.  El tropezar con personas que se superan en la adversidad, y más a estas edades, le llena a uno su trabajo. GRACIAS por venir a Tenerife.

Javier (Profesor de Biología)

3 comentarios:

Aida dijo...

Yo no me quiero ni imaginar cómo lo estarán pasando, la verdad. Sobre todo aquellos que no saben bien el idioma -como es el caso de los estudiantes chinos. Deberíamos ser más humildes con nuestros compañeros e intentar convivir con ellos como si fuesen de nuestra misma nacionalidad.

Mucha gente dice que los chinos son muy alejados y no se integran en la sociedad -que es exactamente por eso por lo que tarde o temprano terminan volviendo a su país-. No obstante, somos nosotros los que no los integramos. Recuerdo que en uno de mis años anteriores teníamos en clase tres chicas chinas. Ellas, suponiendo nuestra dificultad para pronunciar sus nombres, decidieron que las llamasemos todos por nombres españoles. Desde luego, en vez de llamar a una de ellas Diana -como había pedido-, los compañeros se referían a ella como "la china". Sinceramente, no me gustaría irme a China y que todos me llamasen "española" y no por mi nombre.

Ahora, que tampoco es plan de ponerme tan negativa. También hay gente maravillosa que intenta que estos alumnos se integren -aunque la mayor parte sean profesores.

¡Ánimo a todos esos alumnos que no pueden dejar de sentirse entre todos nosotros! ¡Y felicidades a aquellos que por fin han salido de esa situación!

Hernández dijo...

Aunque en parte hay mucha razón, estamos olvidando una cosa, y es que tendemos a generalizar las cosas, ponemos la etiqueta de descriminador a todos, y olvidamso ese intento de las otras personas que si se preocupan por ellos, pues no podemos pretender que todos piensen igual que nosotros.
La única forma de librarnos de esas discriminación es con el cambio de mantalidad y con el paso del tiempo.Lo único que podemos esperar es que esas generaciones futuras tomen de ejemplo a esas personas que si se preocupan por los demas y por su situación y les ayudan, pues nosotros ya somos presos de nuestra época y de nuestra sociedad cada dia más despreocupada de los problemas de los demas.

marga sanchez mingot dijo...

Siempre he pensado que lo realmente importa son las personas, o más bien la persona. Cada uno de manera individual es lo que vale. Por eso añoras tu tierra por las personas que allí dejas, si no dejaras allí a nadie quizá el problema sería infinitamente menor.